Hacía tiempo que el cambio de hora no coincidía con la Bajada del Ángel, pero Raquel Martínez, la madre del pequeño Santiago Lasheras, le ganó ese pedacito de sueño al reloj metiendo en la cama al niño a las nueve de la noche para que el madrugón le fuera leve y, a las 9, poder echarlo a volar sobre las miles de personas que se congregaron en la plaza de los Fueros. Para las cinco menos veinte de la madrugada, el angelico estaba en pie, atento al despertador, contento, aunque con esa seriedad que durante toda la ceremonia caracterizó su representación. Fue al llegar a casa de Miguel Ángel Vallejo y Ana Mari Arregui cuando el crío esbozó la primera sonrisa, ...
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